El Kun se pasó... Una vez más

Sergio "Kun" Agüero es un gran futbolista, de los mejores del mundo, pero a un futbolista se le mide, o por lo menos creo que se le debe medir, dentro y fuera del campo. Parece que "Kunsito" está aprendiendo a marchar forzadas de su suegro Diego Armando Maradona.
 
Un gran futbolista también, pero después de lo que ha demostrado, y sigue demostrando fuera del campo, jamás admiraré y mucho menos le elevaré a la categoría de "Dios". Que me perdonen los puristas y los devotos de Diego, pero para mi hay otros dioses: Di Stéfano, Pelé, Cryff, Zidane, etc. Futbolistas que serán recordados por ser grandes dentro y fuera del campo.

Yo, sinceramente, me creo más a los jugadores y técnicos del Villarreal que a él en el asunto de las burlas después de la victoria de anoche. Teniendo en cuenta su comportamiento durante el verano, no me queda más remedio. Eso de muestra una nula categoría. Hay que saber perder, pero sobre todo saber ganar, eso es difícil y parece que el "Kun", capaz de jugadas inverosímiles ha aprendido a jugar al fútbol, pero se le h olvidado tener educación, clase y saber estar ¿Es ese el ejemplo que quiere transmitir a su hijo Benjamín? ¿Así quiere ganarse la admiración de su suegro? Sin duda lo hará, pero la admiración que tienes que ganarte debe estar en la grada, en tu afición y con esa actitud vas por muy mal camino.

Agüero también se ha ganado la enemistad eterna del Atlético de Madrid por la forma que eligió para marcharse, sin duda la peor que hay. Despreciando a un club que se lo ha dado todo, un nombre, una fama e incluso dos títulos europeos. Por cierto, quiero dejar claro que no defiendo en absoluto los gritos "Agüero muérete" que se escuchan en el Calderón cada domingo.

Agüero faltó al respeto a la que creo que es la mejor afición de España, tal vez de Europa, pero nada justifica esos cánticos, ni aunque se hubiera ido al Real Madrid, que es lo que él quería por mucho que diga que "Inglaterra le gusta porque le gusta el frío". Querido Agüero, lo más importante de las mentiras no es que no se digan, sino que no se noten.